Hay momentos duros de tristeza,
las lágrimas asoman sin permiso,
la fragilidad me entorpece.
Siento la debilidad que llega,
que arrasa torpemente mi ser
en un vaivén de locuras.
Vivo donde luce el sol,
sueño cuando hay estrellas,
me voy cuando despierta la realidad.
Soy un animal de costumbres,
un hombre sin tradición moral,
aunque prevalece el guerrero frío y distante.
Pero aparece la ternura y el calor
que desmorona ideales inquietos
y hace fracasar la personalidad.
Por volar volaría muy alto,
entre nubes de destinos,
entre vasos llenos de alcohol.
Hay que poner un fin sencillo,
cortar radicalmente la emoción
y volver al presente que es hoy.
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