Este blog no es más que mis pequeñas reflexiones sobre la vida, quien quiero, lo que me envuelve, mis ideas y algunos sueños.

FRAGMENTO DE UNA HISTORIA INACABADA

                     Ya ha oscurecido, voy calle abajo, mi paso aunque lento resuena alto, al fondo el viejo puente, un perro ladra tras una puerta cerrada advirtiendo al extraño, giro la esquina, ya veo el bar de Juanjo.
                     Acabo de discutir con Teresa, mis pensamientos vagan entrelazados, se revuelven entre sí dejando paso al silencio. Bailan los farolillos en esta   noche espesamente negra al ritmo de un frágil brisa, mi sombra parece agitada.
                      Sufro y sé que ella sufre, un sentimiento de culpa me invade, quiero sufrir yo por ella, ser el único sufridor, siempre he soportado con mucha estoicidad el sufrir por los demás si así los demás ya no sufren. Supongo que es la secuela de una antigua depresión que me mantuvo dos años mal viviendo y haciendo sufrir a los demás en mi mundo ilógico y carente de cualquier sensación de bienestar, es la pena que me impuse para redimirme de mi ingenua maldad.
                       Oigo un barullo de voces en el silencio de la calle, a través de los cristales de colores veo un sinfín de movimientos. Empujo la puerta, Juanjo, que está en la barra y casi una docena de caras conocidas hacen medio segundo de silencio mientras se giran a ver quien ha entrado y se vuelven a girar para seguir con lo suyo, vuelve el barullo. Es la parsimonia de siempre, un gesto irreflexivo de aprobación, me ven, me conocen, no pasa nada, no hay novedad, todo sigue igual. Me acuerdo cuando entré por primera vez con Teresa cogidos de la mano, no fue medio segundo de silencio, sino un minuto de reconocimiento, ¿quien será? ¿que hace con Teresa? ¿como será?, y en mi una sensación de bicho raro sin saber dónde mirar, ni dónde ponerme, parecía no encontrarme a salvo ni dentro de mí. Hasta que empleé la astucia del estratega y subiendo la vista del suelo me los quede mirando a todos, entonces se giraron y volvió el murmullo de voces a llenar el local.
- Hola Juanjo
- Lo de siempre?
- Si, pero doble y sin hielo.
Ojalá consiguiera centrar mi mente en la idea de mi desvarío. Quiero a Teresa, la quiero como no he querido nunca a nadie, es el aire que respiro, mi ilusión cada mañana, su cuerpo al lado del mío cada despertar me inunda de esperanza.
- Aquí tienes tu Jacky, estas muy callado.
- Bueno, estoy confundido, hoy necesito pensar.
 Cojo el vaso, le doy un trago y pierdo mi mirada en el botellero, soy una persona muy sentida, pese a mi aspecto. Me cuesta tanto alzar mis sentimientos en palabras, soy como un pésimo actor de cine mudo declarando mi amor a una gran actriz de cine moderno. Ella es para mí grande y genial, extrovertida y cariñosa, pero extremadamente posesiva, celosa de todo lo que me rodea, necesitara mil te quieros diarios y yo soy incapaz de articular uno solo, ella se desespera, se enfada, se evade en sus celos. Quisiera que me entendiera, que me mirara a los ojos, encontraría un tesoro repleto de cariño hacia ella, de amor sencillo y puro, que mi mirada es un te quiero constante.
                       Alguien ha entrado, lo noto por el medio segundo de silencio, alguien conocido supongo, se sienta a mí lado, huelo el perfume.
- ¡¡¡Teresa!!!
No dice nada, solo me mira, su mirada me desarma, bajo los ojos y musito un te quiero, en lo más profundo de mi no lo entiendo y cierro los ojos tragando saliva.
- Perdóname.  (digo con voz confusa)
Ella no responde, pero encuentro en mis labios unos labios húmedos que llaman a mi puerta interior y me dejo llevar, me quedo en blanco
- ¿Que vas a tomar? (pregunta Juanjo con voz entrecortada)
Deshacemos el beso y sin dejar de mirarnos ella pide lo mismo que yo
- ¿Otro doble y sin hielo? (pregunta Juanjo)
- Si
Seguimos mirándonos y vuelvo a musitar un te quiero. No lo entiendo, dos veces en pocos segundos, pero tampoco quiero buscar un porqué.
                 Cojo sus manos, necesito el contacto, ella sigue sin decir nada, pero sus ojos me hablan, su cara sonriente me hace ser más feliz, estoy loco por ella
- Yo también te quiero, tonto (con voz melosa)
Suelto sus manos y con los pulgares deslizándolos suavemente, recorro el espacio entre sus ojos y sus mejillas, recogiendo unas inexistentes lágrimas.
                  Es nuestro recuerdo de cuando nos conocimos y se ha convertido en un acto instintivo entre los dos que se repite fugazmente y nos da seguridad................................................

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