Este blog no es más que mis pequeñas reflexiones sobre la vida, quien quiero, lo que me envuelve, mis ideas y algunos sueños.

DESAYUNO.



Suena el despertador, rayos de sol asoman por las cortinas entreabiertas, la primavera tiene una luz especial, es un domingo cualquiera, haciendo un esfuerzo me siento al borde de la cama desperezándome, alzando los brazos como quien quiere alcanzar algo, en ese momento huelo el aroma, ese sutil aroma, ladeo mi cabeza alzando la barbilla a la vez que cierro los ojos aspirando con fuerza, huelo el agradable, el intenso aroma del café recien hecho, ese aroma que inunda la casa, que me provoca un nuevo despertar, la ilusión de un nuevo día. Como un sonámbulo sigo el rastro de ese aroma, me lleva por el pasillo arrastrando mis pies, buscando ese camino que ya se. En la cocina una cafetera humeante, en la mesa dos tazas de café, las cucharillas, el azúcar, fruta, rebanadas de pan tierno, aceite y sal. Ella de espaldas a mí, aun con el camisón, tatareando una melodía y preparándolo todo, me acerco lentamente, con sigilo, aunque ya sé que ella sabe que estoy ahí, lo sé porque ahora tatarea mas flojito y porque ha inclinado débilmente la cabeza, siente mi presencia, la rodeo con mis brazos y huelo su perfume, se gira y sensualmente me mira. El primer beso del día, la primera sonrisa matutina, mi primer te quiero de hoy. ¿Como pude vivir sin ella antes de conocerla?. Sentados a la mesa doy sorbos al café, mis ojos la miran con el descaro que da el amor, su camisón de seda deja entrever las gráciles y suaves formas de su cuerpo, mis ojos, ahora brillantes le dicen que la quiero como el primer día, que la deseo. Sus ojos se encienden, conozco esa mirada, mi sangre empieza a alborotarse, ella se levanta y con tres pasos muy sensuales y provocantes enciende lo que me faltaba de pasión, se sienta encima de mí, nuestras labios con sabor a fruta y a café se buscan con escándalo, nuestras manos recorren con osadía el cuerpo del otro, hacemos el amor con el vigor que nos da la mañana. El desenfreno amoroso nos hace acabar en el suelo, con la respiración agitada, abrazados, piel con piel, unidos intensamente. Al cabo de un largo rato de caricias tiernas y dulces palabras nos levantamos del suelo y acabamos el desayuno cogidos de la mano, jugueteando con nuestros dedos y hablando, bueno, susurrándonos palabras, el amor hace que todo se diga en voz baja. Por cierto el café se ha enfriado. Al final todo se acaba o todo empieza, no lo sé, pero me levanto y hago el intento de ir a la ducha cuando ella me coge de una mano y con los ojos aun brillantes de placer me pregunta con descaro si quiero otro café. Como entenderéis, estoy enamorado, la quiero con locura, por eso nunca le he podido decir que no a un buen café mañanero, o a dos.

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